La palabra "membresía" tiene un profundo significado en el contexto bíblico, revelando una conexión intrínseca con la comunidad de creyentes y la pertenencia al cuerpo de Cristo. En el Antiguo Testamento, el término "membresía" no se menciona explícitamente, pero la noción de pertenecer a la comunidad de fieles está presente de diversas formas.
La etimología de la palabra "membresía" se remonta al latín "membrum", que significa "miembro" o "parte". Esta raíz lingüística sugiere una conexión orgánica y vital con la totalidad, una idea que resuena en la enseñanza bíblica sobre la Iglesia como el cuerpo de Cristo. La membresía, en este contexto, no se limita a una simple afiliación, sino que implica una participación activa y comprometida en la obra redentora de Cristo en el mundo.
En el Nuevo Testamento, la noción de membresía encuentra su expresión más clara en las epístolas de los apóstoles, donde se habla de la Iglesia como un cuerpo compuesto por diferentes miembros, cada uno con una función única y esencial. El apóstol Pablo, en su carta a los Corintios, utiliza la metáfora del cuerpo para ilustrar la interdependencia de los creyentes:
"Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro de ese cuerpo." (1 Corintios 12:27).
Esta declaración enfatiza la idea de que la membresía en la Iglesia no es simplemente una cuestión de pertenencia externa, sino que implica una participación activa en el propósito divino de redención y reconciliación. Cada miembro tiene un papel único y esencial en la manifestación del plan divino en la tierra.
La membresía en la Iglesia no se trata solo de asistir a servicios religiosos o cumplir con rituales, sino de ser parte de un cuerpo que trabaja en unidad para llevar a cabo la misión de proclamar el Evangelio y ser testigos del amor redentor de Cristo. En la epístola a los Efesios, Pablo destaca la importancia de esta membresía activa al hablar de la edificación del cuerpo de Cristo:
"De Él, el cuerpo entero, bien ajustado y unido gracias a todas las coyunturas que lo nutren con la actividad propia de cada miembro, crece y se edifica en el amor." (Efesios 4:16).
La palabra "membresía" en la Biblia, por lo tanto, va más allá de una simple afiliación; implica una conexión viva y funcional en el cuerpo de Cristo. Cada miembro desempeña un papel crucial en la manifestación del amor divino y la extensión del Reino de Dios en la tierra.
La membresía también se relaciona con la responsabilidad mutua entre los creyentes. En las epístolas, se enfatiza la importancia de cuidar unos de otros, llevar las cargas de los demás y contribuir al bienestar común. La membresía en la comunidad de fe implica un compromiso activo de apoyo mutuo y edificación espiritual.
En conclusión, la palabra "membresía" en la Biblia adquiere un significado profundo y vital al referirse a la conexión activa y orgánica de los creyentes en el cuerpo de Cristo. Implica una participación activa en la obra divina de redención y reconciliación, así como una responsabilidad mutua de cuidado y edificación. La membresía en la Iglesia va más allá de una simple afiliación; es un llamado a ser parte integral de un cuerpo que, unido en amor, manifiesta la gloria de Dios en el mundo.
Última actualización: 03 febrero, 2024
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