El nombre Abed-nego es un nombre bíblico que se menciona en el libro de Daniel en el Antiguo Testamento. Abed-nego era uno de los tres jóvenes hebreos que fueron llevados cautivos a Babilonia junto con el profeta Daniel. En el capítulo 1 del libro de Daniel, se nos presenta a Abed-nego junto con sus compañeros Sadrac y Mesac, quienes también fueron cautivos en Babilonia.
El nombre Abed-nego tiene su origen en el idioma arameo, que era el idioma principal utilizado en Babilonia en ese momento. La etimología del nombre no está claramente establecida, pero se cree que "Abed-nego" significa "siervo de Nebo". Nebo era una deidad babilónica asociada con la sabiduría y el conocimiento. Por lo tanto, el nombre Abed-nego podría interpretarse como "siervo de Nebo".
En el libro de Daniel, se relata una historia en la que el rey Nabucodonosor construye una estatua de oro y ordena a todos los habitantes que se inclinen y adoren la estatua. Sin embargo, Sadrac, Mesac y Abed-nego se niegan a adorar la estatua, ya que esto sería una violación de su fe en el único Dios verdadero. Su negativa a adorar la estatua enfurece al rey, y ordena que los tres jóvenes sean lanzados a un horno de fuego ardiente como castigo.
A pesar de la amenaza de muerte, Sadrac, Mesac y Abed-nego se mantienen firmes en su fe y confían en que Dios los protegerá. Cuando son arrojados al horno de fuego, un milagro ocurre: el rey y sus seguidores ven a los tres jóvenes caminando en medio del fuego sin sufrir daño alguno. Esto sorprende al rey, quien reconoce la intervención divina y alaba al Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego. Los tres jóvenes son liberados y promovidos a puestos de autoridad en el reino de Babilonia.
Es importante destacar que Abed-nego es un personaje bíblico y su historia se encuentra en el libro de Daniel. Sin embargo, es posible que existan otros usos del nombre fuera del contexto bíblico. Si bien no podemos afirmar con certeza su origen fuera de la Biblia, es importante reconocer que en la tradición cristiana, Abed-nego es conocido principalmente por su papel en la historia del horno de fuego ardiente y su lealtad a su fe en Dios.
Última actualización: 18 octubre, 2023
Hemos encontrado los siguientes pasajes que hablan de Abed-nego:
Daniel 1:7
A estos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.
Daniel 2:49
Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.
Daniel 3:12
Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.
Daniel 3:14
Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?
Daniel 3:16
Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto.
Daniel 3:19
Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado.
Daniel 3:22
Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego.
Daniel 3:26
Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.
Daniel 3:28
Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.
Daniel 3:29
Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como este.