La palabra "cojo" tiene un significado especial en la Biblia, donde se utiliza para describir a personas que tienen dificultades físicas para caminar o moverse. En el contexto bíblico, el término "cojo" se refiere a aquellos que tienen alguna discapacidad o limitación en sus extremidades inferiores.
La etimología de la palabra "cojo" proviene del latín "claudus", que significa "cojo" o "mancado". Esta palabra se deriva del verbo "claudicare", que significa "cojear". En la Biblia, la palabra "cojo" se traduce del término griego "χωλός" (jolos), que también significa "cojo" o "mancado".
El origen de la palabra "cojo" en la Biblia se remonta a varios pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, encontramos referencias a personas cojas en varios versículos, como en el libro de Samuel, donde se menciona a Mefiboset, el hijo de Jonatán, quien quedó cojo después de una caída.
En el Nuevo Testamento, Jesús realiza varios milagros de sanación a personas cojas. Uno de los ejemplos más conocidos es el relato de Jesús sanando a un hombre cojo en el estanque de Betesda, como se narra en el Evangelio de Juan. En este pasaje, Jesús le ordena al hombre que se levante y camine, y al instante recupera su capacidad para moverse y caminar.
En el contexto bíblico, la condición de ser cojo no solo se refiere a una limitación física, sino que también puede tener un significado simbólico. En varios pasajes, la palabra "cojo" se utiliza para representar la debilidad humana y la necesidad de la sanación y redención divina.
Es importante destacar que el término "cojo" en la Biblia no se refiere a una condición negativa o despectiva, sino que se utiliza para mostrar la compasión y el poder de Dios para sanar y restaurar a aquellos que están en necesidad. A través de los milagros de Jesús y las enseñanzas de la Biblia, se nos muestra que Dios tiene el poder de superar cualquier limitación física o espiritual.
En conclusión, la palabra "cojo" en la Biblia se refiere a aquellos que tienen dificultades físicas para caminar o moverse. Su etimología proviene del latín "claudus" y del griego "χωλός" (jolos). A lo largo de la Biblia, encontramos ejemplos de personas cojas que son sanadas o que representan la necesidad de la intervención divina. En lugar de ser una condición negativa, la palabra "cojo" en la Biblia muestra el poder de Dios para sanar y restaurar a aquellos que están en necesidad.
Última actualización: 12 octubre, 2023
Hemos encontrado los siguientes pasajes que hablan de cojo:
Job 29:15
Yo era ojos al ciego, Y pies al cojo.
Jeremías 31:8
He aquí yo los hago volver de la tierra del norte, y los reuniré de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos, la mujer que está encinta y la que dio a luz juntamente; en gran compañía volverán acá.
Malaquías 1:13
Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová.
Mateo 15:31
de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel.
Mateo 18:8
Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.
Mateo 21:14
Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.
Lucas 7:22
Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio;
Lucas 14:21
Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.
Juan 5:3
En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.
Hechos 3:1
Curación de un cojo Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.